"Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos baratos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida... ¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?"
Así comienza esta película político-socialmente incorrecta que narra la vida de Mark Renton y sus colegas y la relación de estos con las drogas, el sexo y la violencia.
El trasfondo de esta película tiene una gran carga filosófica que se ve representado por el protagonista principal y que va evolucionando a la vez que el personaje. Renton señala al principio de la película que no quiere dejarse llevar por la masa y tener una vida como la de todos los demás. No quiere elegir un modelo de vida, quiere seguir en su propio mundo ajeno a la realidad donde no necesita trabajar ni pareja ni responsabilidades ni moral, todo lo que necesita es heroína. Sin embargo, a medida que avanza el film, va saliendo de este círculo vicioso y empieza a replantearse hacer algo útil con su vida. Cambiar, al igual que está cambiando el mundo, la música y las drogas.
La película surge de la adaptación del libro con el mismo nombre, de Irvine Wells (1993). El éxito del libro fue tal, a pesar de tratar unos temas tan controvertidos, que no tardó en adaptarse al cine y al teatro por manos de Danny Boyle.
"A veces pienso que la gente se hace yonqui sólo porque su subconsciente anhela un poco de silencio".
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