Un niño en el andén de una estación. El tren está a punto de partir. ¿Debe subir al tren con su madre o quedarse con su padre? De esa elección dependen muchas vidas posibles. Todas las vidas merecen ser vividas.
Nos encontramos en el año 2092 y Mr. Nobody es el último mortal de la Tierra. En su lecho de muerte revivirá
su vida desde incluso antes de nacer, difuminándose siempre lo que
realmente vivió y lo que pudo haber vivido. Pero él lo concibe todo como
real, o todo como imaginario. El punto clave de su vida es el momento
en el que sus padres se divorcian y él tiene que decidir con quién
quedarse. Ambos caminos le llevan a casarse con mujeres diferentes, a
posibles vidas muy distintas.
De una complejidad increíble. El punto fuerte de esta película se encuentra es su belleza visual y la intensidad de los planos. Van Dormael se centra en la esencia de las cosas y deja espacios vacíos para que sea el mismo espectador el que los rellene. Entrelaza distintas teorías de la física cuántica acerca del universo,
la teoría del caos, y otras explicaciones filosóficas y ficticias, sobre
el antes y el después de la muerte (teoría de cuerdas, el Big Bang, el efecto mariposa, etc). Durante la mayor parte de su metraje la película juega a
confundir al espectador sobre qué es real, qué imaginado, qué recuerdo, qué
pasado, qué futuro, en definitiva sobre la existencia o no de las cosas.
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